Sentado frente a la gran inmensidad del mar, las olas comienzan a tocar mis pies. Esa sensación me lleva a recordar aquel color azul de tus ojos, ¡los cuales son tan profundos como el mar! En ellos me sumergí infinidad de veces. Justo en aquella toma, donde en el contraste de los dos azules, cielo y mar, apareció la imagen de tus ojos, recordándome que así como me ahogue en ellos, también volé al poder presenciarlos.
El color y textura de la arena me transportó a tus manos, ahí donde sentí el calor que necesitaba, ¡donde me brindaste lo mejor de mis días! Cada vez que me sostenías me dabas la seguridad, esa misma que me brinda la arena.
Tal vez en otra vida no eras alguien. Quizá fuiste esa playa donde me encontraba. Si hablo de los recuerdos es necesario hablar de los sueños. Así que, quisiera poder navegar por tu ser, así poder conocer cada uno de los rincones del mundo. ¡Ese mundo eres tú! Poder disfrutar de aquel viaje, así como los niños lo hacen con sus juguetes nuevos. Conocer y presenciar cada lugar sería lo mejor que me podría pasar.
Tus cicatrices se convertirían en los baches que tiene cada carretera. Tus lunares serían los polvos estelares de la luna. Tu piel sería la superficie donde deseo estar siempre. Tus labios se convertirían en mi lugar favorito, y a tus ojos los compararía con el mar, porque en el puedo ahogarme con facilidad al igual que en tus ojos.
Autor: William Castellanos
Joven colombiano de 18 años. Su amor por la escritura nació hace dos años y ya ha sido ganador de un concurso de poesía en Saboyá, Colombia.




Deja un comentario