Conduzco sin saber muy bien a dónde. Acelerado. Quiero huir, pero no puedo. Lo que me atormenta no es un lugar, es un recuerdo. Tu recuerdo. Piso el acelerador a fondo. El auto se mueve a toda prisa. Sin embargo, el fantasma de tu amor me atormenta y me sigue a todos lados.
Se aparece en mi ventana ese espectro de tu maldita y angelical sonrisa. Esa sonrisa que lleva días sin dejarme dormir. Mi corazón, traicionero, no se apacigua. No deja de latir con fuerza al recordarte.
Esta mañana, el aroma del café fue más amargo; le faltaba tu perfume.
Si te soy honesto, aún no ha cambiado mi rutina. El café para dos; tu lado de la cama; el agua de la ducha un poco más caliente de lo que me gusta. Todo sigue igual, como si no te hubieras ido; como si una parte de mí no se rindiera: aún te espera.
Pero qué hacer. Qué hacer con esta espera interminable. Maldigo al reloj que a cada minuto te aleja más de mí. Maldigo a mi memoria por tenerte tan presente; por no olvidarte. Maldigo la interminable espera. Y maldigo el camino frente a mí, que por más kilómetros que adelanto no dejo de pensarte. Pues no puedo huir.
Conduzco sin saber muy bien a dónde. Acelerado. Quiero huir, pero no puedo.
No hay escapatoria de un recuerdo.
Autor: Christian Alexis López




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