Culpa y Responsabilidad; lidiando con los problemas de pareja.


Por: Christian Alexis López


Hace mucho tiempo pasé por unos problemas con mi entonces pareja, y para lidiar con mis emociones, acudí a terapia. Durante una sesión, hablaba de ciertos conflictos y de lo mal que me hacían sentir. Yo solamente quería revertir lo sucedido y estar de nuevo bien con ella. Mi terapeuta entonces me preguntó: ¿Te sientes culpable de lo sucedido? Sin pensarlo, contesté que sí, encontrando de manera rebuscada excusas para hacerme responsable hasta de lo que yo no hice y que estuvo fuera de mi control.

En ese momento, cuando no sabía diferenciar una cosa de la otra, estaba usando y mezclando ambos conceptos. Por un lado, estaba nombrando culpa a la serie de sentimientos que el suceso me había ocasionado — frustración, tristeza, miedo, enojo y decepción —, y por otro lado me estaba responsabilizando (me quería hacer responsable) incluso de lo que mi pareja estaba haciendo como resultado del conflicto. De su molestia y evasión, y del hecho de que decidió marcharse por unos días. Sin embargo, lo que muchos no entendemos es que hay una abismal diferencia: responsabilizarnos es tomar acción para solucionar un conflicto o superar un obstáculo y culpar es asignar papeles de víctima y verdugo a los involucrados para evadir la responsabilidad (en el caso de la víctima/el que culpa) o para tomar una responsabilidad no correspondida (en el caso del verdugo/el que se siente culpable).

Verán, el conflicto, como muchos otros conflictos de pareja, se había ocasionado por diferencias en las expectativas, falta de comunicación y las consecuentes acciones que tanto ella como yo realizamos. Sin embargo, yo quería hacerme responsable, es decir, hacer algo al respecto, de lo que mi pareja estaba sintiendo y haciendo. Por supuesto, yo no podía hacer nada al respecto porque no podía meterme en su cabeza y hacerla pasar de molesta a feliz, y mucho menos podía obligarla a regresar a casa — todo eso estaba en sus manos. Como consecuencia de querer hacerme responsable de algo que en realidad nunca podría, comencé a sentir la frustración y el miedo de los que hablaba. Comencé a sentirme culpable y a aceptar mi papel del malo de la película.

LA VÍCTIMA (LA PERSONA QUE CULPA)

Todos alguna vez hemos caído en el papel de víctimas en una situación, sea cual sea, y en ocasiones es entendible. Si mi pareja se olvida de mi cumpleaños, me siento terriblemente mal — molesto/a, triste y poco valorado/a, por lo menos — y automáticamente le culpo de lo sucedido. Es decir, lo hago responsable de cómo me siento yo. Si bien, el error es de mi pareja, no habrá acción que la otra persona pueda hacer para quitarme ese sentimiento por uno más agradable si yo no lo quiero.

Caer en el papel de víctima nos deja indefensos, esperando una gran respuesta de la otra persona que remedie lo sucedido. Sin embargo, elegir cómo me siento, o hacer algo respecto a cómo me siento, es mi responsabilidad. Yo decido si sus disculpas son suficientes para sentirme mejor, o si por el contrario, le castigo con mi molestia e indiferencia hasta que venga con el gesto más grande de amor que, según mis expectativas, merece mi perdón. Y mientras esas expectativas (no comunicadas) no se cumplan, me seguiré sintiendo molesto/a, triste y poco valorado/a. SIN. HACER. NADA. AL. RESPECTO.

Victimizarnos nos da un escape al conflicto, quitándonos el peso de la responsabilidad, el peso de actuar y hacer algo al respecto, quedándonos cómodamente como los afectados y sintiéndonos con el derecho de estar mal “porque no es nuestra culpa estar así”. Sin embargo, explotar el papel de víctima no nos permite resolver el conflicto ni nos hace sentir mejor. Simplemente es una actitud inmadura que muestra que estamos idealizando la solución: “La otra persona vendrá, me pedirá perdón y mágicamente remediará lo sucedido”.

EL VERDUGO (EL QUE TOMA Y ACEPTA LA CULPA)

Estar del otro lado de la ecuación, como verdugo, no es mucho más satisfactorio. De hecho, es una posición más desgastante emocionalmente, porque en lugar de sentirte aliviado, te conviertes en el contenedor de emociones negativas. Al asumir toda la culpa, sin importar si es justificada o no, caes en una espiral de autocrítica y autosabotaje que puede afectar profundamente tu autoestima y tu bienestar emocional.

Muchas veces, el que acepta la culpa lo hace desde un deseo de reparar o mejorar la relación. Pero cargar con la culpa no soluciona el problema, solo añade una carga emocional adicional que en lugar de acercarte a la solución, te aleja. Esto es especialmente cierto cuando la culpa viene acompañada de la expectativa de que, al asumirla, la otra persona cambiará su comportamiento. El verdugo toma la responsabilidad no solo de sus acciones, sino también de las del otro, lo que lo coloca en una posición de impotencia.

Además, aceptar toda la culpa puede convertirse en un patrón tóxico. Al aceptar la culpa repetidamente, no solo invalidas tus emociones y experiencias, sino que perpetúas una dinámica en la que el conflicto nunca se resuelve de manera saludable. Si cada desacuerdo termina con una de las partes aceptando toda la culpa, entonces nunca se construye un verdadero espacio para el diálogo, el crecimiento y la resolución efectiva.

HAZTE RESPONSABLE

En cualquier relación, la culpa y la responsabilidad son conceptos profundamente entrelazados, pero es vital saber diferenciarlos para mantener un equilibrio emocional y una relación saludable. Asumir la responsabilidad implica tomar acción para mejorar o solucionar un conflicto, mientras que culpar (o sentirse culpable) está más relacionado con una dinámica de poder, donde alguien toma el papel de víctima y el otro de verdugo.

Entender esta diferencia es clave para construir relaciones más sólidas y saludables. La responsabilidad es una herramienta de empoderamiento, nos permite actuar, mejorar y aprender de los errores. La culpa, en cambio, solo paraliza, fomenta la evasión y alimenta la frustración.

En lugar de caer en roles de víctima o verdugo, es más productivo optar por la responsabilidad compartida, donde ambas partes reconocen su participación en el conflicto y trabajan juntas para solucionarlo. Es aquí donde yace el verdadero crecimiento, tanto personal como en la relación.

Aprender a asumir solo la parte de responsabilidad que nos corresponde y a liberar la culpa innecesaria es un acto de madurez emocional que no solo mejorará la relación con nuestra pareja, sino también con nosotros mismos.

Desde que entendí todo esto, procuro hacerme responsable de mis acciones y, como suelo decir, tomar lo que me toca y soltar lo que no es mío. Espero que puedas hacerlo también.


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2 respuestas a “Culpa y Responsabilidad; lidiando con los problemas de pareja.”

  1. […] en estos momentos te enfrentes a una maraña de emociones incómodas como la tristeza, el enojo, la culpa y la impotencia. Y claro, terminar una relación amorosa nunca es fácil. Compartir parte de […]

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  2. […] ti no te importa”, “Es que siempre tengo que hacerlo yo”.Esta comunicación desde el ataque, la victimización y el juego de la culpa, en realidad esconde una necesidad emocional insatisfecha, y una falta de entendimiento de esas […]

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