Miro mis viejos cuadernos
y vuelvo a reír
de las veces que cambiaste a mis Dioses
por los tuyos.
Dijiste que nuestro encuentro fue el destino,
concretado por la luna
o los masones
o la mujer que te asustó aquella noche.
Nuestro encuentro fue poesía:
la unión
de la locura y la ilusión.
Por tus amigos lo das todo:
Tiempo, por la paciencia de las almas viejas;
Mente, por la pérdida del pensamiento;
Fe, por la historia de la humanidad;
Cuerpo, por el deseo del cariño.
Dijiste que fue el destino.
Y al mirar atrás,
estoy seguro que así lo creímos.
Y supongo que aún debe ser verdad.
Tu esencia fue una locura cotidiana
mezclada con lo mejor de las almas
de todos los hombres.
Creyentes mutuos,
bodhisattvas, unidos por el alma;
lo vimos en el espejo.
Ciertamente, fue el destino.
Autor: Keith Hale.
Traducción: Christian Alexis López.
Encuentra este poema en la novela «Cody» de Keith Hale.




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