Miro la puesta de sol y observo los matices del cielo. No siempre es naranja llama; a veces, es un púrpura calmado.
Miro los matices del mar, cuyas olas me invitan a entrar. No siempre es un azul cristalino en aguas tranquilas; a veces, es un negro turbulento que anuncia una tormenta.
Y así, hablando de matices, me doy cuenta de que las personas también tienen los suyos.
En tus matices me perdí.
Confundido, no sabía distinguir entre el cálido confort de tus abrazos y el rojo fuego de tu ser que me abrasaba.
No distinguí entre el blanco paz de tu mirada y el gris metálico de la daga del rechazo.
Me perdí en tus matices; caricias ocasionales y curvas incitantes. Mismas que compartiste con otros tantos.
Me perdí en el matiz apiñonado de tu piel y en la oscuridad de tu alma que maquillaste con sonrisas.
Qué difícil fue reconocer esos matices.
Equivocadamente, intenté evitar que el negro manchara esa blancura, cuando en realidad, éso que yo veía blanco siempre fue tan solo un gris.
El negro ya estaba allí.
Autor: Christian Alexis López
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