A menudo pienso en los caminos que no tomé; las veredas que no anduve; las calles en las que no doblé.
A veces me pregunto qué sería de mí de haber elegido la otra opción; de haber aceptado el trabajo que no tomé por querer probar suerte con un amor que, eventualmente, no funcionó; de haber perseguido ese sueño de juventud que dejé guardado en un cajón.
En ocasiones, imagino qué sería de la vida de mi otro yo. Ése que sí se animó a tomar el riesgo; a andar el camino largo; a decir lo que yo callé.
Se aparecen, cual fantasmas, las sombras de esas vidas que atras tiempo murieron ya.
Sin embargo, veo mi vida y sonrío, pues también pienso en todos esos males que no acepté; en los caminos erroneos que no recorrí y las decisiones difíciles de las que me convencí serían por mi bien.
Veo hacía atrás el camino recorrido, las andanzas solitarias, las veredas en pendiente, y siento orgullo de quien soy
y de todo lo que no fui.




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