Entender lo que sientes: La clave para una mejor comunicación.



Por: Christian Alexis López


Alguna vez escuché una frase muy buena que explica que la comunicación es un poquito más difícil de lo que creemos.

Entre lo que se piensa, lo que se quiere decir, lo que se dice, lo que el otro quiere oir, lo que el otro escucha, y lo que el otro entiende de eso que escucha, hay seis probabilidades de no entendernos.

Así pues, la comunicación en las relaciones no es tan sencilla como “hablar las cosas” y ya, pues depende de muchos factores. Y yo aquí agregaría uno más, uno importantísimo, al inicio de esa cadena de factores: antes de reconocer lo que se piensa, también entra en el juego de la comunicación lo que se siente.

Sin embargo, entender eso que se siente suele ser muy difícil para muchos de nosotros. Es usual que desde pequeños tuviéramos una falta de educación emocional. Para muchos de nosotros, era raro que nuestros padres nos ayudaran a entender lo que sentíamos, sobre todo si ellos tampoco sabían lidiar con sus emociones.

En gran medida, esta falta de educación emocional solía notarse cuando sentíamos emociones no muy cómodas, como la tristeza o el enojo. Nos decían frases como “No llores”, “No te enojes”o “No es para tanto”.

Incluso, la alegría desmedida podía llegar a verse minimizada con frases como “Aún puedes hacerlo mejor” o “Es lo mínimo que debes hacer” cuando teníamos un gran logro.

A la falta de educación emocional, durante nuestro desarrollo, se le suman otros factores que hace que las emociones incómodas sean “Malas”. Sentir tristeza, enojo, o miedo suele asociarse con personas débiles, vulnerables o conflictivas.

Gracias a estos y otros factores, solemos poner lo que sentimos en segundo plano; solemos tacharlo de irrelevante. En otras ocasiones, también nos cuesta entender eso que sentimos, quizá por la misma costumbre que tenemos de no prestarle atención.

¿Cómo todo esto juega un papel importante en la comunicación y las relaciones?

Las relaciones interpersonales tienen un rol importante en nuestro bienestar, pues llenan de una forma u otra nuestras necesidades emocionales.

Sin embargo, para poder conocer y comunicar cuales son nuestras necesidades emocionales particulares, es necesario ahondar un poquito en nosotros mismos y entender lo fundamental; nuestras emociones.

Y sí, esto implica afrontar y convivir con aquellas emociones no tan placenteras. Sentarnos con nuestro enojo, miedo y tristeza para saber qué son y de dónde vienen.

Para esto, te dejo un ejemplo rapidísimo de cómo luce una comunicación con falta de atención a nuestras emociones y cómo corregirlo.

Digamos que te sientes enojado, enojada porque vienes muy cansado de trabajar y el baño de tu casa está muy sucio. Ese enojo, que no entendemos bien, busca un objetivo, un culpable. Entonces, ahora estás molesto, molesta, porque tu pareja no lavó el baño como “Debió haberlo hecho”.

El reclamo puede lucir así: “Es que tú nunca lavas el baño”, “Es que el baño está hecho un asco y a ti no te importa”, “Es que siempre tengo que hacerlo yo”.

Esta comunicación desde el ataque, la victimización y el juego de la culpa, en realidad esconde una necesidad emocional insatisfecha, y una falta de entendimiento de esas emociones.

Quizá, no es que “Siempre tengas que hacer las cosas tú” o que “Al otro no le importe”, sino que ese reclamo esconde una serie de reclamos que hemos evitado con anterioridad. Quizá, antes de omitir lavar el baño, tu pareja olvidó comprar tu cereal favorito en la ida al súper de la semana anterior. Quizá, también tiene algunos días sin decirte lo linda o lo guapo que te ves.

Verás, no es solo el hecho particular del baño, el cereal o el cumplido, es que hay una necesidad emocional insatisfecha que no sabemos entender.

Para esto, un ejercicio facilísimo es el preguntarte el ¿por qué? Por ejemplo, la próxima vez que sientas molestia y creas que la razón es, siguiendo con el ejemplo, que el baño está sucio, preguntate ¿Por qué me molesta que el baño este sucio hoy?

Quizá esto te lleve a algo como:

Bueno, me molesta porque vengo muy cansado y yo no lo quiero lavar.

¿Por qué no lavarlo mañana? Bueno, porque yo lo lavé la vez pasada

¿Y por qué te molesta hacerlo dos veces seguidas? bueno porque él o ella no han sido atentos a la limpieza últimamente.

¿Y por qué te afecta que no sean tan atentos últimamente? Bueno, porque siento que hago todo solo o sola.

¿Y por qué crees que haces todo solo o sola? Bueno, porque siento que no estamos funcionando como equipo.

No sé si entiendas a dónde va todo esto, pero para hacerlo más simple te explico. Al profundizar en el sentimiento inicial, eventualmente podemos encontrar una necesidad emocional insatisfecha. En el caso del ejemplo, puede que un baño sucio te moleste tanto porque en realidad sientes una desconexión emocional. Sientes que hace falta validación y sentido de pertenencia. Sentir que son un equipo y que el otro tiene interés en las mismas cosas que tú o da la atención debida al hogar. Como notarás, no se trata, en absoluto, de que un día el baño esté sucio, sino de algo más emocional que, si no puedes entender, no puedes comunicar.

Tómate el tiempo de sentarte con tus emociones; de vivirlas, reconocerlas y validarlas. Y la próxima vez que intentes comunicarle algo a tu pareja, amigo o familia, date oportunidad de entender el sentimiento y la emoción que hay detrás para poder comunicar lo que quieres correctamente.



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6 respuestas a “Entender lo que sientes: La clave para una mejor comunicación.”

  1. Avatar de Lourdes Paredes
    Lourdes Paredes

    Muy bonito, felicidades.

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  2. […] El síndrome del impostor es, en realidad, un niño con miedo. […]

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  3. […] Esta comunicación implica poner sobre la mesa los hábitos financieros de cada uno, el estilo de vida al que están acostumbrados, y las metas financieras que cada uno tiene. Tu pareja, cuando se trata de dinero, no es solo tu confidente. Tu pareja se convierte en tu socio, y el matrimonio, noviazgo o concubinato se convierte en esa sociedad que ambos han de cuidar. […]

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  4. […] Porque, cuanto más la perseguimos, más parece que se nos escapa. Y cuando no la alcanzamos, nos sentimos culpables, insuficientes, defectuosos. Como si estuviéramos fallando en algo […]

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  5. […] cierto es que no siempre tenemos que sobrellevar el dolor. En ocasiones, lo que queda es afrontarlo y vivir con […]

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  6. […] cuánto ganes, dónde vivas o cómo luzcas, un perro te da su amor, su lealtad y su compañía. No importa si estás feliz, triste o enojado, un perro no sabe de prejuicios: él sólo está allí para […]

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