El Amor es una Elección


Por: Christian Alexis López


No es sorpresa; el amor es muy difícil de definir. Para muchos, es un sentimiento inexplicable, una forma diferente en que late el corazón, eso que nos hace sentir llenos, completos, capaces de cualquier cosa. Quienes lo han vivido saben de lo que hablo. Es ver una foto de esa persona y saber que todo va a estar bien. Que, a pesar de los obstáculos que ponga la vida, esa persona es tanto motor como guía.

Nos hemos acostumbrado a entender el amor desde ese sentimiento. Esa sensación de cuento de hadas que pocos afortunados han podido experimentar. Estudiosos del tema se han dedicado a tratar de entender este sentimiento, ese conjunto de sensaciones y reacciones químicas que ocurren en nuestro cerebro cuando experimentamos el amor.

Incluso en Va de Amores, nos dedicamos a experimentar y a hablar sobre el amor en todas sus facetas, para lograr comprender qué es, cómo surge y cuál es su propósito.

Sin embargo, esta sensación que definimos como amor es tan solo uno de los muchos matices de lo que en realidad es. De hecho, el sentimiento detrás del amor es solo la chispa que arranca lo que eventualmente se puede convertir en amor real. Este sentimiento es únicamente lo que ocurre durante el enamoramiento. Sentirnos enamorados conlleva toda esta pasión, toda esta atracción, todo ese magnetismo que hace que la otra persona sea la luz que ilumina el camino.

Pero en realidad, el amor es algo mucho más profundo y complejo. No basta con sentir: hay que construir. Y eso requiere compromiso, conciencia y voluntad. El amor es algo mucho más importante y mucho más difícil de lograr: el amor es una elección.

Si bien enamorarse de una persona viene acompañado de sentimientos muy poderosos, a veces incluso indescriptibles, no podemos basar el amor únicamente en esta sensación.

Verás, los sentimientos están en constante cambio, y la etapa de “luna de miel”, como algunos la llaman, no dura para siempre. Al principio de una relación, solemos no ver con claridad los defectos de la otra persona. Ese subidón hormonal que provoca su presencia no nos permite ver cómo es en realidad. Sentir que con él o ella todo es color de rosa es tan solo una etapa que puede durar de seis meses a dos años.

Al cabo de este tiempo, estos sentimientos comienzan a disolverse un poco, y los defectos de cada uno salen a la luz. Los problemas pasan de resolverse en la cama a resolverse con pláticas incómodas, conversaciones largas y tratados de común acuerdo.

Las pequeñas peculiaridades que al principio parecían entrañables pueden, con el tiempo, volverse fuentes de irritación constante.

En un artículo de hace algunos años, hablé de las cinco etapas del amor, un concepto del que se habló por primera vez en el libro El matrimonio ilustrado, de Jed Diamond.

En este artículo, te cuento cómo toda relación pasa de un poderoso enamoramiento a una etapa de crisis, donde se develan estos defectos y donde se sufre una decepción, ya que, al disolverse estos sentimientos, dejamos de ver a la otra persona como inicialmente la idealizamos.

Quienes entienden por amor únicamente a esa sensación que provoca el enamoramiento tienden a terminar la relación cuando sucede esta decepción, ya que el sentimiento ya no está, y dan por entendido que el amor se terminó.

Y no, no es así. El amor no es ese sentimiento. Como mencioné antes, puede ser la chispa que lo inicia, pero no es el fuego que lo mantiene encendido. El amor real es una elección.

El amor es elegir estar con esa persona a pesar de sus defectos. Es elegir las pláticas incómodas, elegir las peleas que valen la pena, esas que terminan en acuerdos para mejorar la relación.

El amor es estar con esa persona incluso cuando estás molesto o molesta con ella. Es elegir cuidarla a pesar de que hoy no te cae bien. Es aceptar que hay veces en que no estás de humor, en que te sientes frustrado o distante, y aun así, eliges quedarte. Eliges respetarla. Eliges cuidarla.

Alguna vez, hablando con mi psicólogo, comencé a hablar sobre el amor y la vulnerabilidad, y recuerdo claramente hasta hoy lo que me dijo:

“El amor es elegir entregarle a la otra persona un cuchillo en una mano y tu corazón en la otra, y confiar en que, aunque puede usarlos para lastimarte, no lo hará.”

De nuestro lado es igual; el amor es elegir el bienestar de esa persona, incluso teniendo las herramientas para lastimarla.

Es elegir quedarte en los días malos, porque quedarte solo en los días buenos es fácil.

Esta forma de ver el amor no se limita solamente a la pareja. La elección también está presente en el amor propio. Amarnos significa elegir lo mejor para nosotros. Es elegir alejarte de quienes te lastiman. Es elegir trabajar más duro en tus metas, a pesar del cansancio. Es elegir la comida saludable. Es elegir renunciar a tus vicios. Es elegir esforzarte un poco más, a pesar de que no se antoje, de que no se sienta esa motivación.

Es elegirte en tus derrotas y en tus días malos, aun cuando parezca que nadie más te elige o nadie más apuesta por ti.

El amor propio también es una elección diaria: no siempre nace de lo que sentimos, sino de lo que decidimos construir por y para nosotros mismos.

No dejes que lo que se siente bien, lo que se siente pasional y divertido se confunda con amor. El lado más importante del amor real es elegir.


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Una respuesta a “El Amor es una Elección”

  1. […] respuesta más honesta es: el acuerdo que les funcione a ambos. Y aquí va un enfoque práctico que puede […]

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